Estamos 100% con Kiko Matamoros. Hoy más que nunca. A ver, ¿dónde está especificado que cuando uno tiene pareja no puede tocar a ningún otro ser humano? ¿dónde? Laura Matamoros está disfrutando de la convivencia en ‘Supervivientes’ (algo que no hace Bigote Arrocet, por ejemplo) y se lleva a las mil maravillas con Alejandro, que le ha dejado caer que si ella no tuviera novio fuera del concurso, “estaría con ella”. Pues vale, que Caracuel diga lo que quiera. Soñar es gratis, y nadie puede impedírselo.

Artículo recomendado

¿Corre peligro la relación de Laura Matamoros y Benji?

Los amores de Laura Matamoros en Supervivientes 2017

Algunos compañeros de Kiko en ‘Sálvame’ han dejado entrever que el comportamiento de Laura, buscando y/o dando caricias a su amigo en la isla puede dar lugar a malentendidos, pero no debería ser así. Ella no está haciendo nada malo, y, ni mucho menos, traicionando a su novio (por ahora, no sabemos si a la vuelta de X días de pronto se da cuenta que siente por alguno de sus compañeros, no necesariamente Alejandro). Como ya dijimos, en un reality, el aislamiento social lleva a necesitar un mayor contacto físico, por lo que los mimos, masajes y cosquillas, están siempre a la orden del día. Además, no hay mucho más que hacer en esas circunstancias.

“Cada uno puede pensar lo que le dé la gana, pero Laura no está haciendo nada malo ni ofensivo para su pareja. Al revés, se posiciona y le dice ‘oye, que tengo novio’”, defendía Kiko, que después tenía que escuchar cómo Laura Fa aseguraba que “Laura se estaba dejando tocar”, y ahí, el marido de Makoke se empezaba a poner nervioso. “Te voy a contestar muy en serio. El término ‘dejar tocar’ se puede malinterpretar. Lo único que estoy viendo ahí es una caricia de un señor que le podrá gustar Laura o no, pero yo no entiendo que entre compañeros tenga ninguna malicia”, “no entiendo que haya ninguna necesidad de tocarse”, interrumpía Fa; “yo entiendo que haya gente como tú que no tenga esta necesidad, pero yo me toco con mis compañeros”, “y lo hacemos todo el día”, apostillaba Patiño. Pues larga vida al contacto con tacto.