Julián Muñoz, del poder a la decadencia

Según cuentan los rumores Julián Muñoz e Isabel Pantoja vivieron su gran flechazo en la Feria de Turismo. Era el año 2002 y Julián se perfilaba como el candidato  perfecto a la alcaldía de Marbella y era un hombre aparentemente felizmente casado con Maite Zaldivar.

Otra de las imágenes que quedará para el recuerdo es el momento en el que Isabel Pantoja visitaba Marbella, se perfilaba como la imagen de la ciudad. Una colaboración que parecía no agradar a la mujer de Julían. Tiempo después conoceríamos el porqué.

No tuvieron el apoyo de nadie. La presión mediática sobre la pareja provocó que, en algún momento, ambos perdieran los nervios. Todo lo que hablaban o hacían se convertía en noticia. Tanto es así que incluso cuando pensaban que nadie les oía, Isabel y Julián regalaron grandes titulares como el mítico ¡Dientes dientes..!

A pesar de los inconvenientes que se encontraron en el camino, Isabel y Julián se mostraban más unidos frente a todos si cabe. El edil dejaba de hablar con sus hijas y se convertía en la sombra de Isabel. Ella por su parte se volcaba al cien por cien en la nueva etapa de Julián como alcalde.

Isabel Pantoja siguió adelante con su relación a pesar de las evidencias. Unos decían que ella también estaba en el ajo y otros, que se trataba de una situación que la tonadillera nunca buscó. Por aquel entonces Julián seguía mostrando la misma actitud de hombre altanero.

Tras su detención, la vida de Julián Muñoz transcurrió en su mayoría en los juzgados. Sus incontables causas pendientes con la justicia le hicieron ser uno de los famosos más perseguidos por la prensa. Él mantenía el tipo defendiendo su inocencia en todo momento.

En su periplo judicial y ya lejos de Isabel, Julián encontró amor y consuelo en los brazos de esta mujer. Karina Pau, una empresaria pudiente, se convirtió en el mayor apoyo, sentimental y económico de Muñoz.

Aunque su abogado ya lo predijo, la primera imagen que vimos de Julián con su nuevo aspecto físico, dañado por su paso por la cárcel, dejó a todos con la boca abierta. Avejentado, delgado y venido a menos, Julián ya no era ni la sombra de lo que fue.