Para Tana, la hija de Eugenia Martínez de Irujo y Fran Rivera, su abuela materna era un pilar fundamental. Se sentía especialmente vinculada a esa mujer de pelo rizado, sonrisa afable y mirada de niña con la que compartía nombre. Verla partir, hace dos años, fue uno de los tragos más amagos, pero tanto a la adolescente como a su madre les queda el bien más importante de todos: sus recuerdos.

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“Me derrito con esta foto” comparte Eugenia en redes. En la instantánea, la nietecilla besa a su abuela; las dos con sus narices respingonas unidas, en un gesto de profunda intimidad. Dos generaciones, dos Cayetanas, dos ‘Tanucas’, como las llama el bastión hippy de la casa de Alba, en uno de los retratos más íntimos y familiares que hasta ahora habían sido compartidos por la hermana del nuevo Duque. Además, Eugenia ha aprovechado para proclamar que adora a estas dos mujeres únicas, empleando el presente, porque la mayor continúa siendo referente de su vida y teniendo absoluta presencia en su día a día.

Tana, que este año alcanzará la mayoría de edad el próximo octubre, vive con su madre a pesar de los intentos de su padre por tener su custodia. Vive a caballo entre Madrid, donde tiene fijada la residencia Eugenia, y donde la joven asiste a clases, y Sevilla, donde vive Fran con la familia que ha formado junto a Lourdes Montes. Al igual que le pasaba a su abuela, la adolescente siente debilidad por la capital hispalense y su sangre andaluza le empuja, de manera irremediable, hacia el Sur. Ahora que se convertirá en una mujer de pleno derecho y no tendrá que depender de lo dictado por un juez, ¿dónde preferirá vivir? ¿La veremos dejarse seducir, por completo, por los encantos del Sur?