Por MASSINA POTENZA

 

“Pobrecita”, se apiadaba José Coronado. No entró en más consideraciones más allá de eso, de un “me da mucha penita por ella” y de un gesto de disgusto como el que habla de una niña a la que han castigado. Era la noche de los guapos oficiales. Guapos, deportistas, elegantes, intelectuales… De los hombres más destacados en fin, pero el actor tenía al menos una palabra de ternura para la mujer que ocupaba todos los titulares del día y con la que siempre se dijo que vivió una historia de amor, Isabel Pantoja.

 

Veinte años después, siguen ninguno de los dos sin reconocer qué ocurrió aquel invierno de 1990 cuando él, el galán por antonomasia del cine español y ella, la por entonces viuda de España, rodaban 'Yo soy esa', pero Jose sigue manifestando que es “una buena amiga” y que lo de “galán”, por hacer mutis por el foro sobre el tema espinoso y carcelario, “se lo dejo a mis compañeros. Yo prefiero ser el hermano mayor. Además, con esos ojazos que se gastan, ¿qué puedo hacer yo?”. Se refería a Rubén Cortada, a Jesús Castro, que por si faltaban más miradas intensas en 'El Príncipe' ya llega él, y a Álex González.

 

El madrileño hizo falta, en la mesa además más disputada. Disputada porque antes incluso de que se hiciera el sitting de la cena (tomar lugar en la mesa asignada) cuando el comedor del Hotel Palace todavía era un erial en el que camareros y organizadores disponían cubiertos y centros de flores, ya estaba casi ocupada. Por Silvia Abascal que aunque ha vuelto al trabajo y cogiendo encima las riendas de la dirección, el ruido aún le agobia por la hiperstesia que le provocó el ictus, y la pareja formada por Carles Puyol y Vanesa Lorenzo, vestida de militar y dorado.

 

Habían huido del photocall sin responder a una sola pregunta y a unos cuantos y huracadanos “aquí, aquí” de los fotógrafos para que centraran la mirada en su objetivo. Hubo quien les gritó también “Enhorabuena”, despertando el come-come de “¿volverá a estar embarazada?”, que resultaba imposible con el cinturón que ceñía su cintura o el “¿se habrán casado?”, con el que se agrandaban sus manos en los dispositivos digitales de las cámaras para encontrar ese anillo que confirmara “algo”.

 

“No, no. Corren porque llega Malena Costa”.

 

Era otra teoría, que el encuentro con la mallorquina, ex del futbolista y compañera de profesión de la rubia, era algo que la pareja no quería asumir. Pero lo de Malena, en encajes transparentes, también fue como una exhalación. Golpe de melena y muda. Nada que ver con Adriana Abenia, que con su vestido nude no dejaba lugar a la imaginación, ni al pensamiento ni a la omisión. “Juro que me he puesto maquillaje tipo tatuaje en el pecho para que no se me viera, que ve mi padre que salgo desnuda de casa, y me deshereda, pero hija, con el trajín y el sudor, se me ha ido todo”. Ah, y tampoco se casa. Que le da “una pereza” que se mata. Que se le ha pasado la fiebre. Que le da más morbo ser “novia forever”.

 

David Gandy ha vuelto con su novia y que “está felicísimo” o sea, “very, very happy”. Sí. Mollie King es la culpable de arrebatárnoslo otra vez y de darle esa felicidad que cualquier mujer podríamos darle y más de esta tierra teniendo en cuenta que: “España me da muchas cosas. Me encanta. Además, me concede unos premios que en mi país, en cambio, no me dan”. Porque nadie es profeta allí donde nace. Blanca Suárez, ni más ni menos, está buscando suerte allende los mares y amores porque, Peter Vives, tampoco.

 

“A mi madre le encantaría como nuera”. Ay, cuando te dicen eso… “Somos amigos. Nos queremos mucho. Compartimos representante además y si me visteis dándole un regalo, es que soy un caballero y no puedo celebrar sus cumpleaños sin nada en las manos”, decía el catalán un poco abrumado por al expectación que provocaba su relación con la actriz e 'it girl' que, por cierto, si es lo que le gustan al protagonista de 'Velvet', anoche se debió de quedar saciado. La italiana Elisa Sednaoui lo es por antonomasia aún siendo madre, que lo es de los hijos de Alex Dellal, riquísimo y ex de Carlota de Mónaco. Me dicen que no hubo diseñador que no se le acercara buscando foto, confidencia o ofreciendo prenda rollo zoco y que, muy egipcia ella (que también lo es), deshojó la margarita.