Como si de un Rocky Balboa de los presentadores se tratara, Dani Rovira está atando todo para que su importante empresa de conducir los Goya vaya rodada antes, durante y después. Sobre todo después por su salud mental. El actor tiene bien aprendida la lección y ha admitido que después de la gala no se asomará a las redes sociales, por mucha tentación que tenga por tomarle el pulso al sabor de boca que ha quedado. "Una vez que termine la fiesta, lo cerraré. Dejaré de mirarlo durante dos meses", pero sin cerrar la posibilidad de utilizarlo "para poner cosas que yo quiera", como las que podrían estar relacionadas con la lucha contra el matrato animal, causa por la que está muy concienciado y es un activo defensor.

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Imaginaos que hacéis algo de lo que estáis muy orgullosos y empezáis a recibir toda clase de comentarios negativos. Pues eso fue lo que le ha pasado a Dani Rovira cada vez que se ha puesto al frente de la gala de los Goya, sobre todo con la del año pasado, que le cayó un sinfín de críticas de una vehemencia difíciles de gestionar. "Salí contentísimo", cuenta. Por eso se llevó un gran disgusto ante la fuerte y negativa respuesta en ese "vertedero" y "volcán en erupción" en el que se convirtieron las redes sociales. Asegura que quedó "intoxicado" después de haberse expuesto a ellos, "recibir tantas hostias me provocó agobio y tristeza y mi cabeza no paró durante los cuatro o cinco meses siguientes". Por eso el año pasado lanzó aquel tuit donde confesó que "no había merecido la pena".

Sin embargo, 'desintoxicado' del todo, con el 'traje del miedo' fuera y el 'esmoquin de insconsciente' colocado, se ha volcado en cuerpo y alma con esta nueva oportunidad que se celebrará el próximo 4 de febrero. "Si no la presento, los cuatro borrachos infelices del Twitter se habrían salido con la suya", se ha reivindicado mientras concluye: "Peor que el año pasado no puedo hacerlo, ¿no?".