Nació el 13 de febrero de 1954 en Tánger (Marruecos), pero, antes de convertirse en Bibiana Manuela Fernández Chica, tuvo que vivir otras vidas.

Primero como Manuel, su nombre de nacimiento. Luego, como Bibi Andersen, la artista que le permitió ser ella misma. Y, finalmente, Bibiana, la mujer que es; salvo cuando se mete en la piel de ‘thedevilisawoman’ (el diablo es una mujer), su popular álter ego en las redes sociales.

“Recuerdo acompañar mi padre, que era taxista, por las calles de mi ciudad natal; la atmósfera, la almadraba, el ambiente del puerto en ebullición, todos esos olores y colores…”. Tras unos años en Tánger, que recuerda con nostalgia, se trasladó a vivir a Málaga donde pasó el resto de su niñez. Desde temprana edad se sintió mujer y decidió vivir como tal. Se independizó y partió rumbo a Barcelona a probar suerte como actriz. Sin embargo, no lo tuvo nada fácil. Aunque el mundo del espectáculo era más permisivo que otros en aquella época, no tuvo más remedio que explotar su ambigüedad física para ganarse la vida y acabó trabajando en espectáculos de striptease con el nombre artístico de Bibi Andersen.

Poco a poco, fue labrándose una carrera y ganándose el respeto de la profesión. En 1977, debutó en el cine en la película ‘Cambio de sexo’, en la que interpretaba a una transexual, dirigida por Vicente Aranda y con Victoria Abril como compañera de reparto.

Su popularidad fue en aumento y, en 1980, llegó a publicar un disco, titulado con su nombre artístico, donde cantaba el popular tema ‘Sálvame’ (utilizado como sintonía del programa de Telecinco que lleva el mismo título). Inició una prestigiosa carrera cinematográfica con títulos como ‘La noche más hermosa’ (1984), junto a Fernando Fernán Gómez, José Sacristán y Victoria Abril, y ‘Sé infiel y no mires con quién’, con Ana Belén, Carmen Maura y Antonio Resines.

El salto definitivo, sin embargo, lo dio en 1985 cuando se convirtió en ‘chica Almodóvar’ al ser elegida como una de las protagonistas del corto del director manchego ‘Tráiler para amantes de lo prohibido’. De aquellos días parte su amistad y su prolongada colaboración cinematográfica, con títulos como ‘Matador’ (1986), ‘La ley del deseo’ (1987), ‘Tacones lejanos’ (1991), o ‘Kika’ (1993), donde no tuvo reparos en hacer un desnudo integral, por exigencias del guión, que no dejó lugar a dudas sobre la operación de reasignación de sexo que se había realizado en Londres en 1991. Era la consecución de un ansiado sueño que se vio culminado tres años más tarde con el cambio de nombre en el carné de identidad. Dejó de ser Manuel, a efectos legales, para convertirse en Bibiana, una mujer como otra cualquiera.

Por aquel entonces, ya estaba triunfando como presentadora de televisión de espacios como ‘La tarde’ o ‘Sábado noche’, en compañía de Carlos Herrera, y como actriz de cine, con ‘Remando al viento’ (1988), ‘Acción mutante’ (1993), ‘Más que amor frenesí’ (1996), y ‘No me hables de los hombres que me pongo atómica’ (1998), estreno de esta última que aprovechó para enterrar definitivamente su artístico Bibi Andersen y ser simplemente Bibiana Fernández.

En el terreno del amor, en cambio, no le fue tan bien como en el profesional. Su pareja más duradera fue Javier, su primer novio y su representante de los inicios, con quien mantuvo una relación de 14 años. A pesar de la ruptura, continuaron siendo amigos hasta que, en 2003, Javier murió inesperadamente, motivo que la sumió en una profunda tristeza. Con el modelo cubano Asdrúbal Ametller González, 23 años más joven que ella, tuvo su relación más mediática. Se conocieron en 1997 durante un viaje de la actriz a la isla antillana y, según cuentan, tuvieron un flechazo inmediato. Se casaron en el año 2000 en Boadilla del Monte, Madrid; Bibiana lució para la ocasión un vestido de Victorio & Lucchino. Pero, tres años más tarde, se separaron alegando “el fin de la chispa y del amor”. Después, se la relacionó con un apuesto libanés llamado Hussein. Pero tampoco prosperó esta historia y Bibiana descartó el amor centrándose en su faceta como presentadora y comentarista de radio y televisión.

“Estoy muy feliz de todas las aventuras sentimentales que he tenido. No renunciaría ni a un minuto de ellas, ni en lo bueno ni en lo malo. Lo que pasa es que he perdido el interés, como si estuviera asexuada. Yo, cuando me entrego, me entrego de verdad, no sé vivir las cosas a medias. Pero, ahora, es como si hubiera perdido esa capacidad, la de amar y entregarme, con vehemencia, en cuerpo y alma, así que he decidido volcar esa pasión en otras cosas, como el trabajo”, declaró, en 2012, cuando estaba protagonizando, junto a Loles León, la obra de teatro ‘La gran depresión’. “Es que me retiré de los hombres. Hay quien se retira de los toros. Yo hasta los cincuenta años, más o menos, me dediqué a amar, y, a partir de entonces, a trabajar y a otras cosas”.

Actualmente, es colaboradora de ‘El Programa de Ana Rosa’ (Telecinco). Participa puntualmente en otros espacios televisivos como ‘La Noria’ o ‘Sálvame’. Arrasa en las redes sociales bajo el nombre de ‘Thedevilisawoman’, que tomó prestado del clásico del cine ‘The devil is a woman’ (el diablo es una mujer) encarnado por Marlene Dietrich. Y es una de las estrellas principales de ‘Supervivientes. 2014’, concurso por el que cobrará 24.000 euros a la semana.

“Procuraré disfrutar y no creo que no me pueda adaptar porque he sobrevivido al franquismo, a la transición, a los novios, a los amantes, a terremotos existenciales”, dijo cuando se conoció la noticia de su incorporación a este programa de supervivencia. “Mi vida soy yo y mi perra y creo que es bueno tener perspectiva”, comentó, refiriéndose a su perrita Hope (esperanza), y con la intención de aprovechar la experiencia para aprender, adelgazar, dejar de fumar… Sin desdeñar la parte económica, por supuesto: “Una oferta muy razonable para lo que voy a pasar.”

Y es que Bibiana siempre ha intentado ver el lado positivo de las cosas: “Soy optimista y no sé si ser optimista es sinónimo de tonta. A mí la madurez me ha dado serenidad. Convivo y me llevo bien con la soledad. Vivo sola, pero no me siento sola. Mi trabajo es mi sostén emocional. A él me entrego por placer y con generosidad. Entregarse a algo o a alguien te hace sentir feliz".