En una de las últimas pruebas de la casa, Adara no jugó muy bien. Sus compañeros, en concreto Fernando, le recriminaron a la concursante la actitud que había mantenido durante el reto, algo que no sentó nada bien a la azafata, ya que Pol, no salió en su defensa y que provocó que la pareja viviera su primer enfrentamiento: “Que se ponga el otro (refiriéndose a Fer), metiendo cizaña y que tú le apoyes…”, se quejaba la madrileña.

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A dos bandas

En cambio, Miguel, que también se equivocó en la misma prueba, no recibió los ataques de sus compañeros y a Pol, su error también pareció no importarle. La ira de Adara iba creciendo por momentos y la tensión entre ambos, estaba a punto de estallar. Y lo hizo.

Adara recriminó a Pol cómo éste la había tratado durante la prueba, y comparaba la reacción de su ‘novio’ con la que tuvo con Miguel. El concursante “genéticamente perfecto” intentaba justificarse haciendo entender a Adara que su reacción era desmesurada, sin embargo, y mientras se iban enzarzando en una discusión absurda, Adara confesó a Pol que sentía celos de Miguel: "Sigo sin entender el rollo que te traes con él”.

Pol no daba crédito. Entre él y Miguel hay una bonita amistad -o eso quiere hacernos creer el luchador-, sin embargo, Miguel sí que siente algo por el catalán. “No tendría inconveniente en que tuvierais una relación NORMAL… Cómo te toca, cómo te acaricia, cómo todo…” decía Adara desahogándose. Pol alucinaba con las palabras de su chica mientras aseguraba que entre ellos sólo había amistad y mucho cariño. Y como Adara seguía en sus trece, éste la acusaba de posesiva. “¿Posesiva? Ten seguro que no voy a serlo más”, sentenciaba la azafata mientras se iba.

Un nuevo triángulo amoroso se ha formado en la casa. Adara entraba en cólera y despotricaba con sus compañeras; Pol se desahogaba -medio llorando- con Rodrigo y Bea mientras les contaba lo sucedido. Sin embargo, los gritos de Adara llegaron a los oídos de Miguel, que no pudo contener la presión y terminó llorando en su habitación. Pol le consoló, o más bien ambos se consolaron mutuamente y terminaron fundiéndose en un tierno abrazo y diciéndose lo mucho que se querían: “A Adara se le ha ido la olla. Una cosa es ser celosa y otra cosa es ser posesiva"

¿Cómo se resolverá todo este embrollo? Ya lo veremos.