Hay tiranías que escapan a cualquier entendimiento. Comportamientos que observamos cada día y que, ay, llegamos incluso a considerar como habituales, a restarles toda importancia. No es un momento sencillo para nadie. Los que dan la cara en los medios lo saben bien. La tiranía de las redes está tan presente que resulta imposible escapar. Ni siquiera un beso entre dos amigos se libra. '¡En la boca!', gritarán algunos entre aspavientos virtuales. Por eso nos toca salir a luchar. Por eso gestos como el de Christian Gálvez son tan importantes...

Hace no mucho, un presentador, casi en prime time, le daba un beso a otro hombre. Daba la casualidad que eran amigos, cerca de hermanos, y querían demostrar su cariño con tan magno gesto. Poco importaba el contexto. Las redes comenzaron a cuestionar la sexualidad de ambos con un buen número de descalificativos y burlas, por supuesto. Ya saben, dos hombres besándose, ¡esa locura! Corría el año 2018. Febrero, concretamente.

Da la casualidad que los protagonistas eran Christian Gálvez y Alejo Sauras. Presentador y actor se convertían en objeto de la turba en las redes por un simple beso. Así lo confesaba el propio conductor de Pasapalabra en su programa. “Hace poco, aquí, con un amigo de toda la vida, nos dimos un beso”, afirmaba. “Hubo gente que criticó mi sexualidad. Poco me importa. No me hace mejor ni peor persona”.

Es esta tiranía la que viven aquellos que comparten su amor en internet cuando este se dirige hacia personas de su mismo sexo -por no hablar del infierno al que se enfrentan las personas trans-. Un beso, un abrazo, una caricia, nada escapa a la furia de los homófobos. ¡Como si amar fuese un delito! “Sé que hay momentos en la televisión y en las redes que se vierte demasiada basura”, reflexionaba Gálvez. Todos lo sabemos bien.

Ante las críticas, el presentador decidió dar un golpe sobre la mesa. Lo hizo con Víctor Palmero, otro que también ha sufrido en carnes propias las críticas en redes -su papel de Alba Recio en La que se avecina le ha generado desde miles de insultos hasta críticas por homofobia-. Gálvez se levantaba de su silla y se dirigía al actor. “Solo quiero decirte que a ti, como profesional, como persona, interpretes lo que interpretes, te quiero, te admiro”. Cogiéndole con las manos, le plantaba un sonoro beso en la boca. “Que hablen, señor, que lo sepas”.

Puede que muchas de las críticas hacia el personaje de Alba Recio y la forma de abordar la transexualidad tengan su razón. Puede que no sea así para aquellos que consideren que se trata un personaje humorístico. Los límites siempre son complicados. Lo que no es tolerable, ni entendible, es que reciba insultos tan graves por interpretar a este personaje. Tampoco lo es, desde luego, que se critique un beso entre dos hombres o dos mujeres por el simple hecho de que sean dos hombres o dos mujeres.

No es la primera vez que nos enfrentamos a esto. Tampoco, desgraciadamente, será la última. Aquí es donde la visibilidad, la lucha y la defensa de los derechos cobra su importancia. Que un beso despierte la ira. ¿Cómo hemos llegado hasta esto?