No está pasando un buen momento personal y es algo que no puede esconder. Tras su divorcio con Pedro J. Ramírez, Ágatha Ruiz de la Prada ha tenido dos apariciones públicas muy diferentes. En la primera estuvo presentando su última colección de sábanas, y atendió sin ningún reparo a los medios que allí se congregaban, para abordar cómo se sentía, dónde se había enterado de la nueva relación de su exmarido y cómo creía que iba a ser su divorcio. La diseñadora está convencida de que será un divorcio civilizado, pero que ni Pedro serán amigos después de un proceso que va a cambiarles las vidas.

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Su refugio, el trabajo

La noche de este jueves Agatha volvió a aparecer públicamente en los premios Vogue Joyas. Fue una de las galardonadas, pero mostró una actitud más esquiva que la de hace unos días. Acudió con sus hijos, Tristán y Cósima, y fueron pasando por el photocall, pero en esta ocasión, la diseñadora no quiso detenerse a hablar con los medios como el resto de invitados y se apartó con sus hijos.

Se la vio muy cómplice con Tristán y Cósima, que estuvieron constantemente pendientes de que se mantuviera con buen ánimo. Está claro que sus hijos están siendo su mejor apoyo para superar esta situación nada fácil, que ella calificó como “enfermedad”.

Dentro de lo malo, Ágatha se siente afortunada de poder refugiarse en su trabajo. De hecho, no ha parado desde que saliera a la luz la noticia del divorcio. La diseñadora ha abierto una tienda en Colombia y acaba de presentar su colección de sábanas. Ya lo dijo ella: “Tengo la suerte de tener un trabajo, porque en la época de mi madre duraba 30 años el disgusto”.

Fue justo durante ese viaje que se enteró de que Pedro J. ya había posado ante los medios con su nueva pareja, Cruz Sánchez de Lara. De nuevo, la suerte de no encontrarse en la soledad impersonal de un hotel, sino en casa de una amiga, la salvó de que encajara peor la noticia.