Nunca deja de sonreír. La visten, la desvisten, la suben a tacones de vértigo, la peinan, le retocan ese maquillaje que la acompaña desde las seis de la mañana… Y no deja de sonreír. Sabe que tiene que ponerse frente al objetivo de nuestro fotógrafo y lo hace todo fácil. Susanna Griso es una de las grandes y se nota. Reina de las mañanas televisivas – aunque la modestia no le permita sentirse en lo más alto– la periodista ha querido despedir 2016 y dar la bienvenida al nuevo año derrochando elegancia y naturalidad en Lecturas. Hace balance y se confiesa afortunada. Nos habla de los que más quiere, de sus hijos, de su pareja, de su madre, que a sus 93 años es un ejemplo a seguir para ella, y de su pasión, el periodismo, que la lleva hoy a celebrar sus primeros 10 años de ‘Espejo público’. No puede ser más feliz.

¿Cómo recuerdas aquel 12 de diciembre de 2006 en que arrancaba el primer ‘Espejo público?

- Con muchísimos nervios. Era un reto complicado, pero a mí siempre me han gustado los retos. Ante la posibilidad de aprender y crecer, siempre digo que sí. Para mí ‘Espejo público’ era un salto al vacío. Yo venía de un informativo, el de las 3, que era líder, y la mañana era una franja que se le resistía a Antena 3. Nos ha ido muy bien y hoy somos líderes de audiencia.

Ha sido siempre un programa muy fiel a su nombre, un espejo de la actualidad. Es un programa que está muy vivo.
Quédate con un momento.

- Es complicado, pero siempre he dicho que los mejores programas son los que están más abiertos, esos en los que te olvidas del guion y tienes que empezar de cero. Recuerdo muy especialmente el de la mañana en que el papa Benedicto abdicó. Yo no sabía ni que eso fuera posible y me hice tres horas de programa. Son momentos en los que tienes la sensación de vivir algo realmente histórico. Programas que me activan.

¿Y algún momento para olvidar?

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