Alejandro Sánchez Pizarro nació el 18 de diciembre del 68 en Madrid, pero sus raíces son cien por cien andaluzas.

Su padre, Jesús Sánchez Madero, nació en Algeciras y su madre, María Pizarro, en Alcalá de los Gazules. De ellos, heredó el acento, ese toque aflamencado de sus canciones y su amor por el sur, donde pasó todos los veranos de su infancia. Pero sobre todo, la pasión por la música.

Su padre le ayudó a abrirse camino en el mundo de la música. Conocía bien el terreno. Tenía una agencia de artistas y durante los 60 fue componente de los grupos Trío Juventud y Los tres de la bahía. En su carrera, fue telonero de gente como Dolores Vargas, Manolo Escobar o Lola Flores, y era gran amigo del compositor Manuel Alejandro, quien se convertiría en el padrino de bautizo de Alejandro Sanz.

Alejandro era un niño revoltoso y ensimismado que creció en el barrio madrileño de Pueblo Nuevo junto a su hermano mayor, Jesús, y a sus padres. Aunque quería ser zapatero, no dejaba su guitarra; asistía a clases para aprender a tocar y a los 11 años ya componía canciones. Cuando cumplió 13, la familia se trasladó a Moratalaz y allí empezó a cambiar. Ya no era aquel chaval que no jugaba a fútbol con los demás. Comenzó a salir, se convirtió en un chico de barrio como cualquier otro, eso sí, siempre con su guitarra a cuestas, y cambió su profesión soñada: quería ser cantante y lucharía para conseguirlo.

Siendo adolescente, se escapó en diversas ocasiones de casa con su guitarra para cantar en locales de la costa andaluza a cambio de un plato de comida. Se volvió un chico inquieto y rebelde al que llegaron a expulsar del instituto por no estudiar lo suficiente y tener una actitud inapropiada. Cambió cuando llegó a la academia de formación profesional Teide, donde empezaría a estudiar Administrativo. Llegó, según él ha explicado en alguna ocasión, siendo un inadaptado, pero el director logró centrarlo y devolverle la ilusión; tan buena fue su relación que, años más tarde, Alejandro lo contrataría como gestor.

Sus primeros trabajos fueron en estudios para hacer coros y acompañamiento musical a otros artistas hasta que, finalmente, tras años de clases de guitarra, entró en un estudio no para acompañar a otros, sino para grabar su primer disco. Era 1988, tenía 20 años y grabó ‘Los chulos son pa’ cuidarlos’, bajo el pseudónimo de Alejandro Magno. Era un trabajo de flamenco-fusión con toques de música tecno que no tuvo el éxito esperado. No obstante, no dejó de seguir intentándolo. Llamó a las puertas de Hispavox pero rechazaron la maqueta en la que después creyó Warner y que se convirtió en 1991 en su primer disco como Alejandro Sanz, ‘Viviendo deprisa’, el álbum más vendido de aquel año y con el que ganaría nada menos que 7 discos de platino.

Aquel álbum, además, le regalaría el que sería, según él, el día más emotivo de su carrera. Fue el 14 de noviembre de 1991, en su primer gran concierto. Salió al escenario del Pabellón del Real Madrid y se dio cuenta de que algo muy importante estaba pasando. Se llamaba éxito. Le había llegado y su madre lo había sabido mucho antes que él. Lo había visto en las cartas. Según cuenta, María le dijo: “Te he echado las cartas y yo sabía que ibas a tener mucha suerte porque, claro, salió el as de oros”. Aquel éxito cambió la vida de Alejandro y de su familia. A su madre le montó una peluquería, a su padre le regaló un Mercedes y a todos los trasladaría a una lujosa casa de 600 metros cuadrados en la zona norte de Madrid.

Como a muchos chicos, a Alejandro también le llegó el momento de hacer el Servicio Militar, pero él hizo la Prestación Social Substitutoria en ANDE, una sociedad dedicada al cuidado de disminuidos psíquicos. Alejandro siempre ha sido muy solidario y ha colaborado con distintas asociaciones como Médicos sin Fronteras o Infancia sin Fronteras, en beneficio de la que realizó una exposición de fotografía en 2005.

El cantante siguió componiendo y en 1993 llegó ‘Si tú me miras’ y dos años más tarde, ‘Alejandro Sanz 3’. Durante aquella época mantuvo una relación con Alba Molina, la hija de Lole y Manuel, pero su historia acabó de forma abrupta por unas declaraciones que Alba hizo sobre su relación y que no gustaron nada al cantante.

El reconocimiento mundial no le llegó hasta 1997 con ‘Más’, disco con el que vendió más de 5 millones de copias y que contenía el premiadísimo ‘Corazón partío’. Pronto aquel corazón ‘partío’ encontraría su tirita. Se llamaba Jaydy Mitchel y se conocieron en una cena en casa de Luis Cobos. A la modelo mexicana no le cayó muy bien Alejandro. Sin embargo, la historia dio un vuelco de 180 grados y acabaron casándose en Bali el 30 de diciembre del 98.

En el año 2000 Alejandro publicó ‘El alma al aire’, su primer disco grabado en Miami y que en tan solo una semana rompió récord de ventas en España con un millón de copias vendidas. Empezó a realizar colaboraciones con artistas internacionales como The Corrs, y se convirtió en el primer español que grababa un ‘unplugged’ –concierto acústico- para la MTV. Aquel mismo año, 2001, nacería su primera hija, Manuela, que se convirtió en su ojito derecho, y cuatro años más tarde, los rumores de separación comenzaron a sonar más y más, hasta que en julio del 2005, anunciaron su ruptura definitiva. Llevaban tiempo separados pero no habían querido hacer pública la noticia para evitarle un disgusto al padre de Alejandro, quien murió aquel mismo mes tras una larga enfermedad.

A pesar de todo, siguió trabajando y en el 2006 publicó ‘El tren de los momentos’, tras su aclamado ‘No es lo mismo’ (2003). Fueron años en los que colaboró con Juanes, Calle 13 o Carlos Baute, y sobre todo con su amiga Shakira, con quien grabó temas como ‘La tortura’ o ‘Te lo agradezco, pero no’, y con quien se llegó a rumorear que mantuvo un idilio. Con quien también se dijo que tuvo una relación en 2005 fue con Lena, cantante con la que Alejandro grabó un tema, pero nunca llegó a confirmarse.

Alejandro siempre ha sido muy reservado con su vida privada, de ahí que hasta agosto del 2006 no se supiera que hacía más de un año que, al parecer, salía con Michelle, una puertorriqueña de 24 años que trabajaba como su asistente personal. Como tampoco se sabía, hasta que él mismo lo hizo público con un comunicado de prensa, que tenía un hijo secreto, Alexander, nacido en 2003, fruto de una relación extramatrimonial con la estilista y diseñadora de moda de Puerto Rico Valeria Rivera. Alejandro se vio obligado a emitir aquel comunicado para evitar un supuesto intento de chantaje de su mayordomo y la mujer de este. Aquella incómoda historia, el reconocimiento de un hijo, su separación y la presión mediática, le obligaron a cancelar sus conciertos en junio del 2007 y a empezar una terapia antiestrés.

Su gran apoyo fue Raquel Perera, su nueva novia. Con ella a su lado publicó ‘Paraíso Express’ en 2009 y vivió dos de los momentos que más han marcado su vida: el nacimiento de Dylan, su tercer hijo, en junio del 2011 y la muerte de su madre a causa de un infarto en abril de 2012. Aquel mismo día escribió en twitter: “Se fue la jefa…La vida sigue, pero mal”.

Sin embargo, pasado el tiempo, y como no puede ser de otra manera, la vida siguió reportándole momentos felices. Su boda con Raquel fue uno de ellos: se casaron en su finca de Jarandilla de la Vera, en Cáceres, por sorpresa. Los invitados acudieron pensando que asistían al bautizo del pequeño Dylan pero se encontraron a la pareja vestida de blanco y preparados para dar el ‘sí, quiero’ en una romántica ceremonia en la que estuvieron presentes los tres hijos del artista y en la que Manuela tuvo un papel muy especial: el que hubiera hecho su abuela María, el de madrina.

Tras haber conseguido los premios más importantes de la música –Grammys, Ondas, Amigo…–, hoy sigue alimentando el reconocimiento ganado con su último trabajo, ‘La música no se toca’ (2012), con el que alcanzó el éxito antes incluso de su lanzamiento.