- La carrera empezó por sorpresa, con unos concursantes que no sabían ni en qué país estaban. Se encontraban en Birmania y les costó lo suyo averiguar desde dónde arrancaba el concurso. Cada uno, con su inglés macarrónico trató de hacerse entender con los oriundos de la zona, ya que muchos hablaban el idioma de Shakespeare por haber sido este país colonia del imperio británico. Otros, como los gemelos, seguían sin tenerlo muy claro aún con la carrera ya comenzada… Lo cual nos lleva directamente al punto número 2.


- Los gemeliers de Badajoz. Somos increíblemente fans de estos hermanos capaces de gastar su euro diario en patatas fritas. Ambos comparten ADN y peluquero, y son poco amigos de la cocina que no hayan cocinado ellos, por lo que los dramas alimenticios están garantizados a su lado, especialmente con uno de ellos que tiene que oler todo antes de comérselo. Bravo por el casting.


- Otra pareja que pasará a los anales es la formada por Mª Amor y Yareli, las canarias. Dos mujeronas que han llegado al programa con este grito de guerra “De canarias pal mundo, como me adelantes te hundo” tienen toda nuestra atención. Lo mejor es que todos ya las tienen entre ceja y ceja, cuando son las más divertidas (con diferencia) de los participantes. ¿Qué no falta en sus mochilas? Maquillaje, tacones y una actitud que las convierte en rivales muy fuertes.


- ‘Allí abajo’ versión reality. Charo y Aitor son los únicos concursantes que habían llegado al concurso sin compañero, pero han hecho buenas migas desde el principio. Ella es andaluza, él vasco, los dos parecen haber formado un tándem perfecto.


- Los monos robadores de plátanos. Estaréis con nosotros que el factor animal siempre es un plus, y si este tiene habilidades cleptómanas, ya nos rendimos ante él. Los monos de los templos querían quedarse con las frutas que debían llevar hasta el final de la prueba, y por cada plátano sustraído, se les restaban 30 segundos al equipo. Además también tuvieron sus más y sus menos con Pedroche, a la que oímos decir “si ha abierto la boca es para atacar”. Por suerte Cristina ha vuelto sana y salva y sin marcas de bocados de macacos.


- La comida será uno de los grandes problemas para los concursantes. Platos muy picantes, en su mayoría vegetarianos y con alimentos que nunca habían visto. En lugar de abrirse a nuevas culturas, muchos miran con cierto recelo los menús que les ofrecen gratuitamente las familias que los acogen. Eso es porque aún el hambre no ha apretado, démosles un par de días más de carrera, que todo les va a saber a gloria.


- Tapa, tapa. En los templos budistas se tiene que ir sin zapatos, con hombros y rodillas cubiertas, por lo que los atuendos los participantes muchas veces chocan con estas normas. ¿Solución? Veréis que los pañuelos y fulares se han convertido en los mejores amigos tanto de ellas como de ellos. Colocado en plan pareo, puede garantizarles una victoria.